... Desde la llegada de Jamie habÃa sido consciente de estar en un estado de felicidad intensificada, un estado de… bueno, tenia que recurrir al concepto de bendición. Me siento bendecida, y estar bendecida es algo más que simplemente tener algo; es un estado mental en el que se ilumina lo bueno que hay en el mundo, se comprende. Es como si te hubieran concedido algún tipo de visión, una visión del amor, del ágape, del valor esencial de todas y cada una de las cosas vivas.
Por un momento, Isabel se quedo completamente inmóvil. La verdura estaba en la mesa, lista para cortar, pero ella no se movió; su mano se habÃa detenido en el aire, inmóvil. Era consciente de una sensación fÃsica, una especie de torrente dentro y fuera de ella, una corriente que parecÃa llenarla con su calidez. Cerró los ojos y, extrañamente, no habÃa oscuridad, solo luz; como si estuviera bañada en luz tanto por dentro como por fuera.
Abrió los ojos de nuevo. El mundo normal seguÃa allÃ, la verdura, el fregadero, la botella de vino sin abrir, el libro de recetas abierto por la página que querÃa, la pluma en la página, todo igual. Respiró hondo. La calidez, la sensación de impregnación habÃa desaparecido, y se sintió de vuelta al mismo lugar. Movió el brazo y notó la frialdad de la encimera de granito en los dedos, todo normal. Pero se sentÃa diferente; sentÃa que el mundo se habÃa vuelto mucho más precioso, y que dentro de ella habÃa más amor. Quizás era asà de sencillo; simplemente tenÃa más amor dentro de sÃ.