Botsuana tras la lluvia
En Botsuana era una sensación colectiva, este esperar una lluvia que muchas veces no llegaba o lo hacía demasiado tarde para salvar los cultivos. Y entonces la tierra, cicatrizada y exhausta, se secaba y se cuarteaba bajo el sol implacable y parecía que sólo un milagro iba a poder devolverle la vida. Pero, al final, ese esperado milagro se producía, como siempre había ocurrido, y en cuestión de horas el paisaje pasaba de marrón a verde bajo el beso de la lluvia. Y a ese verde le seguían otros colores: amarillos, azules, rojos, retazos que aparecían por toda la sabana, como si una mano invisible hubiera esparcido y desmigado una ernome tarta de frutas. Eran los colores de las flores silvestres que habían estado aletargadas durante toda la estación seca, a la espera de las primeras gotas de humedad. De modo que esa clase de problema, al menos, tenía solución, pese a que uno tuviera que esperar largos y sedientos meses a que esa solución llegara.
Mma Ramotswe en "Zapatitos azules y felicidad "
Sengaparile, la flor del Kalahari, flor nacional de Botsuana
Tiene razón McCall, tras el beso de la lluvia, la esperanza es verde.
La estación de lluvia siempre llega, y nuestro corazón se refugia en la eternamente efimera
tarta de colores.😀